Saturday, April 15, 2006

Capitulo 27

CAPITULO 27
Otra vez David y Sadoc estaban solos..
- ¿Y ahora qué harás, David? En tu juventud no pronunciaste ni una sola palabra en contra de un rey indigno. ¿Qué harás ahora con un joven ign.#I}mfIntp indigno?
- Sadoc, como antes dije - re.spaodió David -, estos son los momentos que más aborrezco. No obstante, frente a toda. razón, juzgo en primer lugar mi propio corazón y decido en contr.a de sus intereses. Haré lo que hice bajo la autoridad de Saúl. Dejaré el destino del reino solamente en las manos de Dios.Pudiera ser que El haya terminado conmigo. Tal vez he pecado grandemente y no soy digno ya de conducir al pueblo.Sólo Dios sabe si es así, y parece que no lo dirá.
Luego, apretando el puño, pero con un tono irónico en la voz, añadió enfáticamente.
- Pero hoy daré a las circunstancias amplio margen para que se exprese este inexpresivo Dios nuestro. ¡No conozco otro modo de provocar tan extraordinario suceso a excepción de no hacer nada! El trono no es mío. Ni para poseerlo, ni para ocuparlo, ni para protegerlo ni para conservarlo. Abandonaré la ciudad. El trono es del Señor. No seré un estorbo para Dios. Ningún obstáculo, ninguna acción de parte mía hay entre Dios y su voluntad. No tiene nada que le impida hacer su voluntad. Si no voy a seguir siendo el rey, nuestro Dios no encontrará dificultades en hacer que Absalón sea rey de Israel. Ahora es posible. ¡Hágase la voluntad de Dios!
El verdadero rey se volvió y silenciosamente abandonó la sala del trono, el palacio, la ciudad. Caminó y caminó . . . hasta internarse en la intimidad propia de los hombres de corazón puro.

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