Saturday, April 15, 2006

Capitulo 22

Capítulo 22
David estaba en pie en el balcón de la terraza de su palacio. Las luces de las casas en la Ciudad Santa titilaban allá abajo. Un hombre se le acercó por detrás. David suspiró y, sin volverse, dijo:
Sí, Joab, ¿qué sucede?
¿Lo sabes?
Lo sé – respondió calmadamente.
¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?
Preguntó Joab con inquieta sorpresa.
Meses, años, tal vez una década. Quizá lo he sabido durante treinta años.
Después de esta respuesta, Joab no estaba seguro si estaban hablando de la misma persona. Después de todo, Absalón no tenía mucho más de treinta años.
Señor, hablo de Absalón – dijo con cierta indecisión.
Del mismo que hablo yo – aseguró el rey.
Si lo has sabido por tanto tiempo, ¿porqué no lo detuviste?
Me pregunto lo mismo.
¿Quieres que lo detenga yo?
¡David se volvió violentamente! En un momento, la pregunta de Joab había resuelto su dilema.
¡No lo harás! No le dirás una sola palabra, ni lo criticarás. No permitirás que nadie más hable críticamente de él ni de sus acciones. No permitiré que lo detengas.
Pero entonces, ¿no tomará el reino?
David suspiró otra vez, suave y lentamente. Vaciló por un momento. No sabía si llorar o sonreír. Luego sonrió débilmente y contestó:
Si, tal vez lo hará.
¿Qué harás? ¿Tienes algún plan?
No, ninguno. Sinceramente, no sé qué hacer. He librado muchas batallas y he resistido muchos asedios. Por lo general, he sabido que hacer. Pero en esta ocasión, sólo puedo recurrir a la experiencia de mi juventud. Me parece que la línea de conducta que seguí aquella vez es la mejor que puedo seguir ahora.
¿Y cuál fue esa línea de conducta?
No hacer absolutamente nada.

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