Saturday, April 15, 2006

Capitulo 11

Capítulo 11
Las cuevas no solo el lugar ideal para levantar el estado de ánimo. Hay cierta semejanza en todas ellas, no importa en cuantas usted haya vivido. Oscuras, húmedas y frías. Con aire viciado. Una cueva se empeora aun más cuando usted es el único habitantes... y puede a lo lejos oír el ladrido de los perros.
Pero algunas veces, cuando no estaban cerca los perros ni los cazadores la presa cantaba. Comenzaba en voz baja y luego alzaba la voz y cantaba aquella canción que compuso cuando salvó al corderito. Cada nota resonaba en las paredes de la cueva así como otras veces había resonado en las montañas. La música vibraba en la oscuridad de la profunda cueva, que se convertía de inmediato en un coro que repetía su canto.
Ahora tenía menos que cuando era pastor. No tenía arpa ni sol, y ni siquiera la compañía de las ovejas. Se habían desvanecido los recursos del palacio. Su mayor ambición no era más alta que el cayado de un pastor. Todo se estaba extinguiendo para él.
¡Cuán extrañas reacciones provoca el sufrimiento!
En aquellas cuevas oscuras, húmedas y frías, ahogado en la tristeza de su canto y en la canción de su tristeza, David se convirtió sencillamente en el más grande autor de himno, y en el mayor consolador de los quebrantados de corazón que este mundo haya conocido jamás.

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