Saturday, April 15, 2006

Capitulo 12

Capítulo 12
Corría por los campos empapados por la lluvia, y bajaba por los resbaladizos cauces de los ríos. Algunas veces se acercaban los perros, otras veces hasta lo encontraban. Pero lo ocultaban los ríos, los fosos y los pies veloces. Tomaban su alimento de los campos, arrancaban raíces a la orilla del camino, dormía en los árboles, se escondía entre las zarzas, y avanzaba lentamente sobre el fango. Corría durante muchos días, sin atreverse a para o comer. Bebía la lluvia. Semidesnudo, todo sucio, caminaba, tropezaba y se desgarraba la piel al arrastrarse.
Ahora las cuevas eran castillos. Los fosos eran casas.
En tiempos pasados las madres siempre les habían dicho a sus hijos que si no se portaban bien terminarían con el borracho del pueblo. Pero ya no. Ahora ellas tenían una historia mejor y más aterradora que contarles: " pórtate bien o terminarás como el matador del gigante."
En Jerusalén, cuando los hombres enseñaban acerca de ser obedientes a los reyes y a honrar a los ungidos del Señor, David servía de ejemplo. "Miren, esto es lo que Dios hace con los hombre rebeldes." Los jóvenes oyentes se estremecían ante tal pensamiento y resolvían nunca tener nada que ver con la rebelión.
Así era entonces, así es ahora, así será siempre.
Mucho más tarde, David llegaba a un país extranjero, y a un ínfimo grado de seguridad. También aquí fue temido y odiado; se inventaron mentiras y hubo confabulaciones contra él. Se enfrentó a la muerte en varias ocasiones.
Estas fueron las horas más negras de David. Usted las conoce como los días que precedieron a su reinado, pero él no las veía de ese modo. Él suponía que esta sería su suerte para siempre.
El sufrimiento dabas a Luz. La humildad nacía.
De acuerdo con las normas terrenales, era un hombre frustrado; de acuerdo con la norma del cielo, era un hombre quebrantado de corazón.

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