Saturday, April 15, 2006

Capitulo 9

Capítulo 9
No me gustó ese último capítulo. Le dio un rodeo al problema. Estoy en la situación de David, y estoy en agonía. ¿Qué hago cuando el reino donde estoy es gobernado por un rey tirador de lanzas? ¿Debo irme? Si es así, ¿cómo? ¿Qué hace exactamente un hombre en medio de una contienda de tiradores de cuchillos?
Bien, si a usted no le gustó la pregunta del último capítulo, tampoco le gustará la respuesta que se presenta en este.
La respuesta es esta: Se deja apuñalar.
¿Qué necesidad hay de eso? O ¿Qué hay de bueno en ello?
Usted tiene los ojos puestos en el falso rey Saúl. Mientras mire a su rey, usted lo culpará únicamente a él por el actual infierno de su vida. Tenga cuidado porque Dios sus ojos fijos en otro rey Saúl.
No en el visible está allí frente a usted arrojándole sus lanzas. No, Dios está mirando a otro rey Saúl. Uno tan malo... o peor. Dios está mirando el rey Saúl que hay en usted.
¿En mí?
Saúl está en su corriente sanguínea, en la médula de sus huesos. Él forma parte de la misma carne y músculo de su corazón.
Está enraizado en su alma; vive en el núcleo de sus átomos.
El rey Saúl y usted son uno solo.
¡Usted es el rey Saúl!
El respira en los pulmones y late en el pecho de todos nosotros. Sólo hay una manera de librarse de él. Tiene que ser destruido.
Tal vez usted no considere que esto sea expresamente una lisonja, pero al menos ahora sabrá por qué Dios lo puso bajo alguien que pudiera ser precisamente el rey Saúl.
El pastor David habría llegado a ser el rey Saúl II si Dios no hubiera cercenado al Saúl que existía dentro de su corazón.
A propósito, tal operación tomó años y fue una experiencia cruel que estuvo a punto de matar al paciente. ¿Y qué escalpelo y pinzas usó Dios para extirpar este Saúl interior?
Dios usó al Saúl exterior.
El rey Saúl trató de destruir a David, pero su único éxito fue que se convirtió en el instrumento de Dios para dar muerte al Saúl que vagaba por las cavernas de la propia alma de David. Sí, es cierto que David fue casi destruido en el proceso, pero así tenía que ser. De otra manera, el Saúl que estaba en él habría sobrevivido.
David aceptó el destino de vivir en tan inhumanas circunstancias. No levantó una mano, ni opuso resistencia ni trató de impresionar con su piedad. Sufrió en el crisol secreta y silenciosamente. Debido a esto fue profundamente herido. Todo su ser interior fue mutilado. Su personalidad fue transformada. Cuando la prueba terminó, David era a penas reconocible.
¿No estuvo usted satisfecho con la pregunta del capítulo anterior? Entonces es probable que no le gustara las respuesta a este capítulo.
A ninguno nos gusta.
A nadie, excepto a Dios.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home